En
el mundo de la literatura actual, algunas obras destacan porque realmente nos
hacen reflexionar sobre las personas y emociones que presentan en sus historias. Hoy nos adentramos en una de esas historias, donde la vida
cotidiana se convierte en un escenario emocionante lleno de problemas y
esperanzas. “El Héroe Discreto" es una novela del género contemporáneo
escrita por el peruano y ganador del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas
Llosa. Publicada por la editorial Alfaguara en el año 2013, tuvo como
motivación principal explorar la complejidad de la vida cotidiana en la
sociedad contemporánea, de tal forma, que se pueda reflejar la cruda realidad
peruana, pero sin dejar de lado la esperanza por un futuro mejor. Tratándose
temas complejos y difíciles de hablar para algunos, de una forma elegante y poética.
Básicamente,
nos invita a cuestionarnos sobre varias problemáticas sociales, incluso la del
significado de ser un buen o mal padre. Por lo tanto, se crea la duda y la incertidumbre acerca
de lo que es correcto y lo que no, lo que es ser valiente o ser suicida, sobre
la amistad y deslealtad. A
continuación, analizaremos más detalladamente el porqué esta obra resulta tan
entrañable y ha logrado impactar de forma positiva en todos los corazones
peruanos y del resto del mundo.
Es evidente la dedicación que le puso Vargas Llosa al plantear
una problemática social delicada de forma tan acertada, dado que, la culpa y el
sentimiento de profunda tristeza es clara de percibir por el lector. Y Mario,
con su increíble redacción, consigue hacer empatizar a los lectores con Don Ismael.
Sin embargo, llegamos a la conclusión de que efectivamente, tanto Don Ismael
como Doña Clotilde, fueron culpables del fatídico destino de sus hijos.
En primer lugar, no solo se sufre al ver a los hijos irse por el
camino erróneo, sino, el haber sido partícipe de ello, aun sin haberlo querido.
También, nos confirma una vez más que la educación y límites que
se le impongan a los hijos, si influye en el desarrollo de sus personalidades. En segundo lugar, y como en este caso, muchos padres si son
conscientes de las atrocidades que cometen sus hijos y aun así optan por no
ponerles límites. Esto es debido a que
prefieren no herir sus sentimientos y así evitarles un malestar. En tercer
lugar, la falta de atención hacia los hijos es un error imperdonable. Claro está, que uno no tiene que llegar al punto de acosar o
entrometerse en la vida privada de sus hijos, sin embargo, sí que se debe
siquiera tener un mínimo interés en saber si ellos están obrando bien o mal, pues,
al fin y al cabo, los hijos son el reflejo de los padres.
Tenía muy presente en la memoria aquella conversación con
Ismael, uno de esos días. Su jefe se estrujaba la cabeza, contenía las lágrimas
y la voz se le cortaba: «¿En qué hemos fallado, Rigoberto? ¿Qué hemos hecho
Clotilde y yo para que Dios nos castigue así? ¡Cómo podemos tener de hijos a
semejantes forajidos! Ni siquiera se arrepienten de la barbaridad que hicieron.
¡Le echan la culpa a la pobre chica, figúrate! No sólo la violaron. Le pegaron,
la maltrataron». Forajidos, ésa era la palabra justa. Tal vez Clotilde e Ismael
los habían engreído demasiado, tal vez nunca les hicieron sentir un poco de
autoridad. (Vargas Llosa, 2013. 28).
Este fragmento refleja la preocupación y
la culpa de los padres ante el comportamiento problemático de sus hijos, así
como la búsqueda de respuestas sobre cómo han contribuido en la situación.
No existe un
manual para ser padres y es de humanos equivocarse, no obstante, uno va
mejorando con el tiempo y aprendiendo de sus errores. Además, los errores dejan
de serlo si se sigue cometiendo el mismo sin buscar corregir ello.
Existen muchos delincuentes y es inevitable pensar: ¿Cuántas
cosas se les habrán pasado por alto en su infancia y juventud para ir por la
vida sin remordimiento alguno?
La delincuencia y el tormento que se siente al ser víctima de
ésta es un mal que perturba a la mayoría de personas en el mundo. En estos
casos, se puede tomar como primera idea, acudir a la policía con la ferviente
esperanza de recibir la ayuda requerida. Sin embargo, si se reciben malos
tratos o escasos de profesionalismo, se obtendrá un recelo por parte de la
víctima y varios, nos hemos encontrado en esta misma posición un sinfín de
veces, o por lo menos, hemos escuchado testimonios de personas que han pasado
por esto. Aun así, la delincuencia no para y lo único que nos toca es confiar
en nuestras autoridades. ¿Pero, en serio nos cuidan?
Principalmente, se reconoce que cuando una víctima se acerca a
la policía en busca de ayuda, no siempre es tratada con la empatía y
profesionalismo correspondiente. Y es
lamentable que, haya casos en el que no exista respeto y, por otro lado, se
minimice el problema y sea tomado como burla. Por otra parte, un maltrato por parte de la policía puede
ocasionar que la realidad se vea algo alterada, por ende, pensamientos erróneos
pueden surgir a raíz de ello. Entonces,
el problema puede terminar agravándose y resultando en rumores que, o pueden
ser falsos o pueden ser ciertos. Esto se ve mejor reflejado en el caso del
fallecido estadounidense, George Floyd, quien fue atacado por motivos racistas,
por parte de alguien que se suponía, debía protegerlo. De igual manera, si la víctima ya sufriera de alguna enfermedad
mental, la carga de su problema ya existente más el desamparo por parte de la
policía podría causarle una crisis nerviosa. Y todo eso,
debido al poco tacto y empatía por parte de personas que se suponen deberían
proteger nuestra integridad.
Durante un buen rato, Felícito tuvo que recitar sus datos
personales y empresariales. El sargento Lituma los iba anotando en un cuaderno
de tapas verdes con un lapicito que humedecía en su boca. El transportista
respondía las preguntas, que se le antojaban inútiles, con creciente
desmoralización. Venir a sentar esta denuncia era una pérdida de tiempo. Este
cachaco no haría nada. Además, ¿no decían que la policía era la más corrupta de
las instituciones públicas? A lo mejor la carta de la arañita había salido de
esta cueva maloliente. (Vargas Llosa, 2013. 12).
En este fragmento se muestra la
desconfianza y la desilusión de Felicito hacia las autoridades, en este caso,
hacia el sargento Lituma, debido a que se siente frustrado por tener que dar
sus datos personales para así presentar su denuncia y saber que al final
resultará en una pérdida de tiempo ya que presiente que la policía no hará
mucho o nada para ayudarlo.
Se sabe que
existen policías que trabajan con mucho profesionalismo, sin embargo, no
siempre es así y las consecuencias de ello pueden resultar siendo más graves de
lo que se piensa. Por este motivo, aquello tendría que incitar a las instituciones
a pensar en cómo mejorar la transparencia y la responsabilidad para recuperar
la confianza de la gente.
¿Qué es lo que hace falta para que las instituciones recuperen
la confianza de los ciudadanos y demuestren transparencia?
La difícil situación de Don Rigoberto resuena con la caprichosa
naturaleza del destino, donde incluso los planes más cuidadosamente elaborados
sucumben ante complejidades imprevistas. Y nos conmueve y entristece como en
medio de la belleza surgen desafíos que nos ponen a prueba a lo largo de
nuestra vida. Además, lo más triste resulta cuando nos damos cuenta de que a
veces nuestra infelicidad nos la provocan nuestros propios amigos. Y es que,
¿Qué podemos hacer cuando la amistad lastima y perjudica tanto?
Antes que nada, la imprevisibilidad puede resultar dolorosa y
hasta cruel, sin embargo, sirve como lección para que uno no se confíe en
exceso. Aunque a veces, la decepción
y frustración refuerzan nuestros intentos por lograr los objetivos planteados. De la misma manera, a veces, la amistad no siempre da, sino,
quita. En este caso, se menciona como un amigo del protagonista ha logrado
perturbar la paz que lo inundaba. Lo cual, ¿Es una señal para ser menos devoto
en cuanto a amistades nos referimos o es que la devoción pese al sufrimiento de
uno mismo es parte fundamental de la amistad? Aun así, creemos que todo tiene un límite, y dicho límite se encuentra
cuando el sufrimiento deja de ser soportable. Uno de los casos más populares
sobre exceder los límites por la amistad, está en la literatura, más
específicamente en el libro “El retrato de Dorian Gray” donde Dorian se sumerge
en un estilo de vida hedonista por petición de su amigo Henry, acción que, a
largo plazo destruiría su vida. Finalmente,
evaluamos que cualquier persona en la posición de Don Rigoberto se encuentra en
todo su derecho de negarse a seguir participando o brindando ayuda en algo que
le causa sufrimiento así mismo, ya que no
es la amistad lo que nos daña, sino, lo que hacemos por ella. En donde a veces,
no resulta ni recíproca ni agradecida.
Don Rigoberto se estiró y bostezó en el sillón de la salita y,
mientras doña Lucrecia le preparaba una limonada, contempló largamente el mar
de Barranco. Era una tarde sin viento y había en el aire varios voladores
haciendo parapente. Uno pasó a tan poca distancia que pudo verle clarito la
cabeza sumida en un casco. Maldito asunto. Que justo cayera ahora, cuando
empezaba una jubilación que él creyó sería de descanso, arte y viajes, es
decir, de puro placer. Las cosas nunca salían como se planeaban: era una regla
sin excepciones. «Nunca imaginé que la amistad con Ismael me resultara tan
onerosa», pensó. «Ni mucho menos que tuviera que sacrificar por ella mi pequeño
espacio de civilización.» Si hubiera habido sol, ésta sería la hora mágica de
Lima. (Vargas Llosa, 2013. 151).
Don Rigoberto reflexiona sobre su
situación mientras disfruta de un momento de tranquilidad en su sala. Observa
el mar, pero su paz se ve interrumpida por preocupaciones sobre su amistad con
Ismael y los problemas que esta relación le ha causado. Está frustrado porque
esperaba una jubilación tranquila, pero las circunstancias no han salido como
él esperaba.
Entonces, ayudar a
una amistad debe darse de forma genuina y no por sentir la obligación de
hacerlo. Es decir, siempre y cuando no sientas que te podrías arrepentir, ayuda
en todo lo que puedas, ya que tampoco es bueno echarle la culpa a los demás por
algo que tú mismo elegiste hacer.
¿Cómo podríamos saber que límites no se deberías pasar en la
amistad?
La falta de profesionalismo, en algunos casos, por parte de la policía
resulta siendo la mayor causante en provocar que las personas hagan justicia
por mano propia. Según una encuesta de un medio virtual argentino enfocado en
temas sociales (INFOBAE), Perú se encuentra entre los 10 países que más ejerce
la violencia ante la ayuda legal. En tal caso, es necesario buscar la manera de
dejar que esto siga avanzando porque solo traerá más sufrimiento del que ya
hay.
En realidad, las personas que optan por este camino no son malas
ni estúpidas. Ya que solo piensan que han sido
desamparadas por la ley y buscan una solución inmediata a su dolor. Por consiguiente, no es un secreto para nadie que la violencia
solo trae más violencia, logrando así un círculo vicioso sin fin. Lamentablemente, en nuestro país se ha normalizado tal acción
que incluso se llega a glorificar entre los ciudadanos. Y aunque ellos lo
ignoren, o eso traten, solo produce un largo camino de más violencia. Aparentemente, solo se logrará un cambio real cuando las
personas comiencen a ver justicia real. No
un vago castigo al que se le llame “justicia” como lo fue el caso “Manta y
Vilca”, donde niñas y mujeres campesinas fueron violentadas por exmilitares y
solo se les sentenció con 10 años de cárcel. Es decir, lo que se anhela es justicia
que logre provocar dicha entre los afectados y los espectadores, no sentencias
injustas e insatisfactorias.
Las palabras del oficial le parecieron irónicas. Salió de la
comisaría profundamente deprimido. Toda la caminata hasta su casa por la calle
Arequipa la hizo despacio, pegado a la pared. Tenía la desagradable sensación
de que alguien lo seguía, alguien que se divertía pensando que lo estaba
demoliendo a poquitos, hundiéndolo en la inseguridad y la incertidumbre, un
hijo de siete leches muy seguro de que tarde o temprano lo derrotaría. «Te
equivocas, concha de tu madre», murmuró. (Vargas Llosa, 2013. 40).
Este fragmento transmite una sensación de
tristeza y desesperanza que experimenta Felícito después de su encuentro con la
policía. Las palabras irónicas del policía parecen haber empeorado su estado
emocional, dejándolo profundamente deprimido. Aunque también, le ha generado
rencor y ganas de encargarse él mismo de la situación.
En definitiva, la
justicia es un tema complicado a tocar, pero necesario para poder tener un
cambio real, porque no es normal que las personas opten como primera opción
resolver ellas mismas situaciones tan graves, en lugar de confiar en el
criterio de la policía.
Porque, ¿En serio resulta mejor hacer justicia nosotros mismos o
mejor deberíamos confiar en nuestras autoridades calificadas para dicha tarea?